La danza árabe, también conocida como danza del vientre o Raqs Sharqi, es una de las formas de expresión más antiguas del mundo. Sus orígenes se remontan a miles de años en las antiguas civilizaciones de Medio Oriente, el Norte de África y algunas regiones de Asia. Aunque no se conoce una fecha exacta de su surgimiento, se cree que esta danza estuvo vinculada inicialmente a rituales de fertilidad y celebraciones religiosas.
A lo largo de los siglos, la danza árabe evolucionó, influenciada por diversas culturas que cruzaban las rutas comerciales y las expansiones imperiales. Los movimientos sensuales y ondulantes que caracterizan este estilo provienen de un profundo entendimiento del cuerpo y su conexión con la música, en especial los ritmos complejos y melodías ornamentadas típicas de la región.
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Durante el Imperio Otomano, esta danza se consolidó como un arte popular en los palacios y cortes reales, pero también en las festividades populares, donde adquirió una mayor visibilidad. En el siglo XIX, comenzó a difundirse en el mundo occidental, especialmente tras la Exposición Universal de París de 1889, donde los bailarines árabes deslumbraron al público internacional.
Hoy en día, la danza árabe ha evolucionado en estilos como el Raqs Baladi, que es una danza folclórica más tradicional, y el Raqs Sharqi, que incluye influencias occidentales como el ballet y se presenta en escenarios de todo el mundo. Este arte sigue siendo una forma de expresión que conecta el cuerpo con el alma, y es practicada tanto en su contexto cultural original como en escenarios internacionales.
La danza árabe no solo es una manifestación artística, sino también una celebración de la historia, la cultura y la feminidad, llevando consigo la sabiduría de generaciones a través de movimientos llenos de gracia y energía.